Quién pudiera no tener tanta torpeza

Quién pudiera no tener tanta torpeza,
como tengo, pues me quiebro en mil astillas.
Más no puedo estarme quieto en esta silla
aunque un paso me partiese la cabeza.

Quién pudiera, si no pueden mis costillas,
ocultarme de la luz, tras la maleza,
que mi sitio no está aquí, ni mi nobleza
quiso estar, como nunca, mi rodilla.

Más que importa esta lucha sin sentido
pues ni atado puedo ser de otra manera
más que frío, reservado y consentido

por mi ansia de deseos y quimeras.
¿ Ya qué no puedo ser lo más querido,
que me importa ser o no lo que pudiera?